viernes, 16 de abril de 2010

Naturaleza del CUVI: Episodio 2 "El ciclo de la vida"

Hola,

llevamos parte de la semana con pronóstico de tormenta aquí en Vigo, y la verdad es que hace un poco de bochorno...con esto me doy pie para contaros una historia que me ocurrió al anochecer del día 6 del mes pasado.

Íbamos Satyr y yo paseando por la charca de la Facultad de Traducción con el objetivo de visualizar el temido cangrejo rojo americano que está invadiendo parte del campus, cuando por casualidades de la vida nos encontramos frente a frente con uno de los animales más mitificados de nuestra comunidad, el Sapo. Allí estaba, parado, semisumergido, expectante un macho de aproximadamente unos 15-20 cm de largo.


Todo ello por una razón, era la época, día y hora del apareamiento...Si, habéis leído bien, después de hacerle un reportaje completo seguimos paseando y encontramos una pareja en pleno proceso de amplexo, (digamos que para la gente que no entiende del tema, el amplexo se corresponde con el modo propio de acoplamiento, en el que el macho se sube al lomo de la hembra y la agarra con todas sus fuerzas...).

El macho se distingue bien, puesto que además de estar encima de la hembra, tiene una coloración diferente y un tamaño menor.

Alrededor de ellos, y en cantidades significativas, se encontraban más machos al acecho, cuan buitres esperando su turno para alimentarse de un cervatillo moribundo...

Acerca de este anfibio corren muchas leyendas. Os voy a contar la que me contaba mi abuela materna cuando era un pipiolo: "Cuando veas un sapo, no te acerques mucho, pues cuando te acerques te puede escupir a los ojos y te puede dejar ciego, y no lo intentes coger porque te puede mear, y el meo te va a producir verrugas".
Bueno, esto no son más que leyendas urbanas, si bien es verdad que expelen sustancias tóxicas, el sapo común no posee un mecanismo de inoculación del veneno (pero no es aconsejable tocarse mucosas tras haber manipulado un sapo, pues pueden producirse irritaciones graves). Es más, lejos de ser una especie de la que tengamos que huir, es una a la que tenemos que tener en cuenta, porque además de estar protegida legalmente, es un benefactor para los agricultores puesto que se alimenta de gran variedad de invertebrados.

Recordad que uno de los enemigos del sapo son las carreteras, en donde todos los años mueren decenas de individuos que las cruzan cuando migran hacia los lugares de reproducción o cuando se desplazan en busca de alimento. Otro son los temibles cangrejos invasores, los cuales esquilman las poblaciones al alimentarse de las puestas (no transportéis especies invasoras hacia nuestros ríos y humedales).


Un saludo, y hasta otro episodio de "Naturaleza del CUVI".